Acarreaba sus lágrimas a todas partes, sin inconvenientes, hasta que se topó con un coleccionista de lágrimas, de ésos que abundan.
El coleccionista de lágrimas quedó deslumbrado e intentó comprárselas con desesperación, pero nunca llegaron a un acuerdo, y él siguió acarreando sus lágrimas a todas partes, sin inconvenientes.
Cuando le llegó la noticia de la muerte del coleccionista a manos de un traficante de lágrimas, él se deshizo de las suyas en el primer charco que encontró, y ya nunca volvió a llorar.
por:Juan Mildenberger
Primer Capitulo de “Romántica Amateur”.
Hace 11 años
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